Asesinato de exmilitar: su esposa, hija y yerno fueron enviados a Palmasola

Asesinato de exmilitar: su esposa, hija y yerno fueron enviados a Palmasola

El asesinato del exmilitar Florencio Cadima Ponce, de 78 años, asombró a toda la población cruceña y en especial a sus vecinos de la urbanización Toborochde la zona sur de la ciudad, pues fue victimado por su propia mujer, Irma Ortiz Oyola (80) y su hija; sus tres nietos y su yerno callaron el crimen desde hace un año.

Esta mañana la esposa Irma, su hija Irma Cadima Ortiz y su yerno, Henry Ayala, fueron presentados por el Ministerio Público ante la juez de Instrucción Penal, Ana Gloría Rojas, quien determinó enviarlos preventivamente al penal de Palmasola por el lapso de 180 días, tiempo en el cual se desarrollarán las investigaciones del caso.

En su defensa material ante la juez, la hija de Florencio relató que fue su madre quien acabó con la vida de su padre, debido a que este era “malo” y constantemente la maltratada. La pareja de la víctima confesó el crimen ante la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, explicando que primero lo golpeó con un palo en la cabeza y luego le corto el cuello con un machete.

El caso se descubrió luego de que una de las hijas del exmilitar denunció ante la Policía que su padre estaba desaparecido desde hace un año. Eso activó una investigación que inició la Brigada de Homicidios de la Felcc. Lo primero que detectaron los agentes es que previo a su desaparición Florencio Cadima, había formulado una denuncia contra una de sus hijas por malos tratos por lo que las indagaciones se intensificaron.

Los policías acudieron hasta el domicilio del desaparecido en la Urbanización Toborochi, calle Los Cedros de la zona sur de esta capital. En el lugar, la esposa del infortunado Florencio Cadima confesó que junto a su hija y otros de sus familiares participó en el crimen y que sus restos estaban enterrados en la misma vivienda. Ella señaló el lugar exacto, que fue verificado por los policías, donde se hallaban los restos del hombre a dos metros de profundidad.

El Deber